domingo, 25 de julio de 2010

Capítulo IV: 10 Poderosas razones para dejar la abogacía y dedicarme a ser entrenador de Fútbol.


Siempre cuando estudiaba para mis exámenes en la Universidad terminaba preguntandome lo mismo: ¿Porqué no me dediqué a otra cosa mejor? Y mis respuestas instantáneas eran ser futbolista o ser tenista. Futbolista, porque siempre me ha gustado el fútbol; y tenista, bueno por la cantidad de plata que ganan. No es que no me guste mi profesión, al contrario. Lo que pasa es que el sacrificio del pobre estudiante de derecho a veces da para cuestionarse la verdadera vocación de uno al dedicarse a las leyes. Ciertamente me he dado cuenta que el fútbol me apasiona a niveles insospechados, tomándolo más que un hobbie de ver partidos por la tele los fines de semana, en una actividad seria de la cual me podría beneficiar en un futuro medianamente cercano. Si bien ya no fuí futbolista profesional, ya no jugué por la U, ya no me fui a Europa, aún creo posible poder ejercer alguna actividad ligada a este maravilloso deporte de una manera seria y profesional, aprovechando mi experiencia de años mirando fútbol y mis habilidades como profesional de las leyes.

Y es así como, en vez de estar escribiendo mis palabras en este blog, en este momento debiera estar ingresando los datos de las causas y audiencias que tuve durante la semana al sistema SENDACAJ (o como yo le llamo SENDAPUAJ!). Pero mi inquietud es mayor, por lo que he decidido explicar en 10 contundentes argumentos una idea que he venido amasando hace ya unos meses: Dejar la abogacía y dedicarme a ser entrenador profesional de fútbol (con curso de entrenador y todo). He aquí mis 10 poderosas razones:



1.- Las cosas que más me gustan en la vida son: Las mujeres, el vino, comer rico, el fútbol, viajar, el rock y se podría decir que el Derecho en cierta medida. Si bien no son cosas excluyentes entre sí, al hacer un ejercicio mental me he dado cuenta que al dedicarme a ser entrenador de fútbol compatibilizo todos mis gustos en una sola actividad. Ello, porque siendo "Profe" puedo viajar, comer rico acompañado de un buen vino, disfrutar de las bondades de las mujeres, poner rock & roll en el camarín mientras los cabros se equipan y disponer de una disciplina táctica y estrategia propia del abogado litigante para lograr la victoria. En cambio si me dedico solamente a la abogacía podría eventualmente disfrutar de todas esas cosas, menos del fútbol de una manera material, quedando relegada esa pasión a vivirla solamente frente a un televisor o en las butacas de un estadio.


2.- Los relatores deportivos y los periodistas de La Cuarta me dirían "El Licenciado Castillo". Ya existe "El ingeniero Pellegrini", "El Peineta Garcés", "El Sabio Aragonés" y muchos otros. Yo cultivaría un estilo propio al borde de la cancha, con trajes armani, diseños italianos y corbatas de colores poco usuales pero elegantes. No sería de esos que andan con buzo como el Pelao Acosta o El Loco Bielsa. Muy flayte, hay que dar el ejemplo. Si después de todo es un espectáculo y uno le debe respeto al público que ha pagado su entrada a galería para empapelar a "chuchás" al cuerpo técnico. "El profe anda entero de tapizao", dirían mis dirigidos, pero de igual modo les impondría respeto. A ellos también les asignaría un uniforme de cuello y corbata, se acabó el webeo aquí.


3.- Mi viejo, el René, sería mi ayudante de campo. A él le asignaría la tarea de enseñarles todas las "mañas" futboleras a mis jugadores. Esas que él muy bien las aprendió cuando fué jugador de fútbol, esas "de potrero" como se dice. Por ejemplo, cuando el jugador rival es habilidoso y veloz, René les enseñaría a los defensas a pegarle su "pancorazo" o "su cariñito" como bien les llama él, para que aprenda que pasar por esa banda no es gratis. O en los tiros de esquina, René les enseñaría al Marcador central a meterle el dedo en el poto al centrodelantero rival cuando este vaya a cabecear, para desestabilizarlo y lograr así despejar el balón. René sería el encargado de llevar unos bolsos a la cancha con dos perros adentro, para cuando nuestro equipo se vea sobrepasado, abrir el bolso, soltar los perros y mandarlos hacia el campo de juego, para así detener el partido y yo poder dar mis debidas indicaciones. René sería encargado de decirles a los pasapelotas que escondan los balones cuando vayamos ganando 1-0 y queden pocos minutos para aguantar el resultado. Ojalá le aguante la cuchara a René, porque va a tener harta pega.


4.- Sentir el aroma del fútbol, el gramado, la hierba mojada. Ser testigo de hazañas históricas, de momentos épicos no tiene precio. Salir a la cancha y vivir el reconociemiento del hincha, el recibimiento de la hinchada cuando canta "OOoooOOoOOOhh!! Saleeee Leeoooón!!" es sin duda más emocinante que escuchar a diario: "Señor abogado de la parte demandante, expónga los términos de la demanda en base a los argumentos de hecho y de derecho y bla bla bla". Repito que me gusta mi profesión, pero busco compatibilizarla con mi pasión.


5.- Mi segundo asistente sería Eduardo "Lalo-cura" Meneses. El lalito sería el encargado de musicalizar las concentraciones. Se acabó aquí esa mierda de música que se escucha en el bus rumbo al estadio. Mis jugadores serán los más pulentos de todos porque estarán muy bien trabajados en el aspecto motivacional. Y en ese sentido, lalito es fundamental, ya que sacaría de su basta colección de discos canciones de fútbol que los muchachos se interiorizarán para así llegar con furia en los ojos a derrotar al adversario. Escucharíamos "El crack" o "El Partido" de Los Miserables, o "Santa Maradona" de los Mano Negra. Si entrenaramos a La U, les pondría la canción "El Bulla" de los Machuca. Será una inyección de adrenalina que los dejaría listos para ganarle una pelea campal hasta a Peñarol de Uruguay.Se acabó la pachanga, las canciones de Américo, de La noche, el Reggetón y toda esa basura. Mis jugadores y la prensa, terminarán por agradecerlo.


6.- Me pagarían por ver fútbol, podría ir al estadio todos los Domingos y tendría el mejor lugar reservado de la cancha para mí. Y si lo hago bien, más encima sería querido y respetado, como lo es "El Peineta" Garcés en el puerto, "El Loco" Bielsa en todo Chile, "El Ingeniero Pellegrini" en Europa, o como Jose Maurinho en el mundo entero. Sería paleteado con la afición, me sacaría fotos con los hinchas en cada aeropuerto y no negaría la entrada a la prensa a los entrenamientos. En las conferencias de prensa, tiraría una que otra talla y reventaría con mis palabras a Colo-Colo.


7.- A mis jugadores les impondría la lectura como parte de su entrenamiento. Fuera del orden táctico y del trabajo físico, mis dirigidos tendrán que conocer los derechos que les asisten como trabajadores, como personas y como jugadores de fútbol. Se tienen que aprender el reglamento del fútbol y las normas sobre disciplina. Eso les ayudaría a la hora de negociar un nuevo contrato con condiciones más favorables a sus intereses. Además mejorarían su nivel de "hablamiento". Ya no dirán más: "Fué bonito jugar contra Costa Rica, yo no había ido nunca a Europa" o "No sé porqué me dicen que tengo 7 pulmones, si tengo uno igual que todos nomás", o cuando les pregunten por su pierna, no respondan "está bien, en la casa con los niños, le mando un saludo". No poh, mis cabros no pasarán esos bochornos.


8.- Si bien habría que trabajar los fines de semana, la cosa no varía mucho a la situación actual, donde mis clientes muy desubicados me llaman hasta los domingos por la tarde, cuando uno no tiene ninguna intención de acordarse de los papeleos ni de las demandas ni de los títulos de dominio ni de las escrituras ni de ni una wea. Entonces uno les tiene que responder: "Sí señora, le tengo lista su gestión, pero hablemoslo mañana mire que ahora ESTOY DESCANSANDO". No es de mala onda, si a mis clientes los quiero harto, pero en vez de trabajar de esa manera los domingos, yo prefiero estar al borde del campo de juego gritándo: "Línea de 3 al fondo!!!, Baja a recibir el balón!! No le entregue la orilla!!! Árbitro rechuchetumare!!!" y cosas por el estilo.


9.- En vez de conocer los distintos Tribunales de la República, conocería los distintos Estadios, por dentro y por fuera. Incluso los estadios extranjeros. Tendría la posibilidad de conocer el Maracaná, La bombonera, El Estadio Azteca, El Atahualpa de Quito, El Monumental de River, etc. Además, en vez de mirarle la cara de culo a cada funcionario de Tribunales, miraría el desempeño de la hinchada local, con toda su espectacularidad, y podría mirar el aguante del puñado de hinchas fieles que nos sigan a todas partes para alentarnos de manera incondicional. Cuando juguemos de local, podría ver el despliegue de los lienzos, los petardos, el sonido del bombo retumbando en el pecho por 90 minuos, el papel picado y el humo de los extinguidores con los colores del equipo que dirijo. Mucho más emocionante a todas luces.


10.- Y si por algun motivo no resulta mi anhelo de dedicarme a ser entrenador de Fútbol, voy a tirar un curriculum para trabajar en el glorioso equipo de La Universidad de Chile, ofreciéndo mis servicios como abogado de la República. No importa que los weones me tengan como un tinterillo, y que me paguen en chirlitos, ni que tenga que mudarme a la mugrosa ciudad de Santiago. Lo importante es la sonrisa de oreja a oreja que voy a llevar cada mañana al trabajo, por pertenecer a la institución que tanta pasión genera en el pueblo y que tanta alegría provoca al común de los mortales. Es cuestión de dar el salto solamente, de eso se trata.

viernes, 11 de junio de 2010

Juntar un Album de Fútbol


El primer Álbum que tuve en mi vida entera, fué el álbum de Italia 90`. Muchos opinan hoy que ese Campeonato Mundial no tuvo mucho brillo, que se hicieron pocos goles, que fué mezquino. Pero yo lo recuerdo con mucho cariño, pues fué el primer mundial del cual yo tengo uso de razón, y que me ha dejado recuerdos imborrables. Uno de ellos, es sin duda alguna el primer Álbum que coleccioné en mi vida, gracias al cual llegué a memorizar los nombres de muchos jugadores y los países que representaban. Corría el año 90`Chile había recuperado su democracia y yo era un morenito de 6 años que lo único que quería era llegar a la casa luego del colegio y alcanzar a ver los últimos minutos de el último partido de la jornada o el resumen diario que daba el sapito Livingstone. Al ver dicho fanatismo, mi padre decidió comprarnos el album del mundial a mi hermano y a mí. Teníamos uno propio cada uno. Nos intercambiabamos las láminas e íbamos llenando nuestro álbum. Mi viejo nos traía los sobres con láminas diariamente, en iguales cantidades para que no pelearamos. Fué así como con Seba, mi hermano, conversabamos a diario sobre los jugadores que integraban las distintas selecciones participantes, como el gran Ruth Gullit y el genial Marco van Basten, de la Holanda campeona de la Eurocopa 1988. Mi hermano estaba más adelantado porque tenia la ventaja de acudir al colegio en la jornada de la mañana y podía ver todos los partidos el muy maraco. recuerdo cuando llegué un día corriendo del colegio a ver si alcanzaba a ver algo del mundial y él me contó cuando llegue a la casa que a René Higuita le habían quitado la pelota y le habían metido un gol el equipo de Camerún. El portero llamaba nuestra atención de niños nobles porque se llamaba igual que mi viejo.


Por esos años, se requería juntar tres tapitas de una coca-cola, fanta o sprite y uno las podía canjear por un sobre con láminas. Además cada sobre traía sus 5 o 6 láminas cada uno (no como últimamente que cada sobre valía 300 pesos y traía 3 láminas todas cagadas). Mi viejo, era amigo de las cocineras del casino de la pega así que lo llenaban de tapas de coca-cola diariamente. Gracias a ello yo y mi hermano completamos el Álbum de Italia 90`. Entonces, una noche mi viejo llega con el ansiado premio por completar el álbum: el balón oficial del Mundial, una adidas etrusco, pero con la salvedad que esta era el premio del álbum, así que en cada casco traía dibujado a "Ciao" la mascota del mundial (la mascota menos creativa de la historia de las mascotas mundialeras). Jugamos harto con esa pelota. Invitamos a jugar a los pelusones de la calle Conferencia, viejo barrio de Santiago centro, a cuadras del Estadio San Eugenio (donde alguna vez jugara el rey Pelé), hoy en ruinas. Eramos la envidia del barrio, pero compartíamos con los pelusones. Jugamos con el Oscarito, el Darcy, el Laucha, El andrés, el pablo, el guatón Toño, el Yury, y quizás quien cresta más. La pasabamos re bien, éramos felices, vivíamos en un país democrático y jugabamos a la pelota. Hasta que uno de los nuestros dejó pasar la pelota llegando hacia las ruedas de la infame "Manuel Montt-Cerrillos", uno de los recorridos de micros mas picadores de santiago. La verdad, ví el balón meterse entre las ruedas pero recuerdo que no la vimos salir, desapareció. Hasta ahí llegamos, lo demás es un misterio.


Al año siguiente nos cambiamos de barrio, pero seguía nuestro entusiasmo por los albums. Fué así como le hicimos empeño al "Album Copa America 91 y Torneo Nacional". palabras mayores, con una mayor cantidad de láminas. Me faltaron 3 putas láminas y lo llenaba. Ese año regalaban un Taca-Taca. Pero no importa, me ayudó a conocer a grandes valores de la escena nacional futbolera. Uno de ellos, Ronald Fuentes, que por esos años jugaba en Cobresal, era conocido en el ambiente de los albums como "El moco Fuentes", tras un error de impresión que le hacía parecer un loro verde en su fosa nasal. Sin dudas que dicho error no sería casualidad. La cerrera del talentoso defensa central está marcada por la mala cuea. Años más tarde lo conoceríamos como "el chilenita fuentes" por cometer errores garrafales en la zaga azul. Y para que hablar de la mano en el mundial de Francia 98 y de Bochardeaux. Bueno, en conclusión, ese álbum no me hizo ganar nada, pero conocí mucha gente que lo coleccionaba. Me hizo socializar con los nuevos muchachos que conocía en mi nuevo barrio de Maipú. Como "el cochino" Abarca, "el rata huamana" Obregón, "el guatón" Mella, "el care`desastre" Ponce, y otros más. También para conocer más datos sobre los equipos, ya que dicho álbum traía una complea informacion sobre la fecha de fundación de los equipos, los años en 1º division, los titulos nacionales, las mayores goleadas, etc etc etc.


Habían weones que jugaban en los recreos del colegio con las láminas. Un extraño método para acaparar láminas que uno no tenía: consistía en juntar a unos dos o más weones, que cada uno pusiera tres o más láminas volteadas en el suelo, se hacía un montoncito con el total y vamos pegandole con la mano para darles vuelta. cada lámina que uno volteaba era una ganancia. Los turnos se definían por cachipún. Había de todo, gente que se hacía mierda las manos pegandole al montón de láminas y otros que se escupían la palma para adquirir mayor agarre. Para mi parecer, un juego bastante estúpido por lo demás. Yo prefería el tráfico de laminas detrás del árbol de peo alemán. Ahí nos juntabamos los que sabíamos de láminas. Los que sabíamos cuales eran las mas dificiles de salir y que teniamos nuestro propio mercado de intercambio. Las niñitas impúberes se intrigaban y nos regalaban uno que otro beso. Yo, de puro weón, no aproveché lo que pude haber logrado, pero bueno, igual me dejaba querer.


En el año 94`durante el mundial de EEUU junté lo que probablemente haya sido mi último album. Aunque no recuerdo muy bien si había que juntar un álbum o no. Recuerdo que la promoción era juntar las tapas de Coca-Cola con los países participantes. Chile estaba austente por el maracanazo al igual que el mundial de Italia 90, pero no por eso nos ibamos a desanimar. Así que con los cabros teníamos individualmente una bolsa llena de tapas de bebida que contenían los nombres de las selecciones participantes. "LA Clave" como le llamabamos al equipo que no salía nunca, era la seleccion de Arabia Saudita. Se podría decir que Corea del Sur tambien lo era, pero yo la llegué a tener, así que era solo un mito. Inculso ese año por el colegio nos llevaron a la planta de la Coca-Cola por el colegio y cuando llegamos al lugar donde tapaban las botellas nos encontramos con un tambor de 10 metros de diámetro lleno de tapas blancas de la gaseosa, y todos los weones gritabamos al operador: "Tírame Arabia Saudita", entre ellos "el marrano" Molina, "El persiana Americana" Bustos, "el loco pastilla" Alvear, y "el lulo" Badilla. La verdad, ninguno de nosotros ganó ni una wea. Me contaron que el amigo de un vecino del primo del "Marrano" Molina, había completado las tapas de las en ese entonces 24 selecciones y ganó el premio que no recuerdo y que por lo tanto no tuvo que haber sido muy espectacular o bien me importaba un carajo. Fué así como le empecé a perder el gusto a juntar los álbums.


Este año, ante el entusiasmo que tenemos todos con esta seleccion, debo reconocer que pense seriamente en juntar el álbum del mundial. Yo sé que es una idea bastante nerd, que un weon peludo como yo junte un album. Pero estaba nostalgico y se me ocurrio. Menos mal que preferí coleccionar vinilos, porque el album que tiraron este año vale menos que callampa. Trae a todas las selecciones, menos a Chile ¿como la ves? Bastante weon el promotor del album, la empresa "Panini" que se ganó flor de demanda por publicidad engañosa.


En fin, quisiera saludar coordialmente a todo aquellos que juntaron un album alguna vez y que no ganaron ni un carajo, pero que gracias a eso hoy hablan con propiedad de jugadores como Oscar Lee chong, Wilson Free, Joel Molina, Carlos Gustavo de Luca, Gerardo Manuel "la vieja" Reinoso, Juan Carlos Almada, Rogelio Delgado, Walter Mella, Hector Adomaitis, Oscar Lepe. O los internacionales como Ricardo Rocha de Brasil, David Platt de Inglaterra, Sergio Goycoechea de Argentina, Roger Milla de Camerún, Lothar Matteus de Alemania, o el `portero Luis Gabelo Conejo de Costa Rica. Y recuerden, no hay peor álbum que aquel que se ha completado y que se ha llegado tarde a cobrar el premio, como le pasó al "guarisapo" Rodríguez, un cabro que me tocó conocer.

viernes, 28 de mayo de 2010

Capítulo II: La Galería (Capitán Luis Musrri, la historia de un grito)


Quien quiera designarse como hincha auténtico del fútbol debiera, al menos una vez en su vida, saber lo que se siente estar sentado en la Galería de un Estadio, Cancha o Complejo Deportivo alentando a su equipo favorito. Lo que sucede en las gradas es sin duda un partido aparte. En este lugar específico del estadio encontramos distintas historias, hechos, acontecimientos, personajes, situaciones absolutamente paralelas a la actividad deportiva que nos convoca a todos a agruparnos precisamente en ese lugar. A lo largo de mi historia como hincha fanático de éste deporte he visto y vivido cosas de todo tipo: Unas para re-cagarse de la risa y no olvidarlas jamás, otras no tanto, penas, rabias, muchas alegrías. En fin, me parece que ustedes que saben, sentirán lo mismo que yo y les vendrán sus propios recuerdos a la mente. La galucha amigos, da para todo.


Y es tanto así, que recuerdo perfectamente una de las primeras veces que fuí al estadio, por allá por el año 1988, siendo yo una cuestión negra y chica de apenas 4 años, lo que menos hice fué mirar el partido. Era una tarde de domingo, en las típicas reuniones dobles del estadio nacional. Jugaba La U con Cobreloa (En Cobreloa recuerdo perfectamente jugaba Carlos Gustavo de Luca, posteriormente en O`higgins, Colo-Colo, Everton y otros), y de fondo era el turno de Colo-Colo con O´higgins. Reunión doble inpensada por estos días, dado el problema de las barras bravas, principalmente la de Colo-Colo. Bueno, la cosa es que lo más importante para mí era la galería, sus banderas, su gente. Los cánticos un tanto ingenuos aún de las barras y uno que otro garabato, pero nunca tan descalificador. Lo que mas recuerdo de ese día, fué que el "chico" Hoffens, jugador de la U de Chile hizo un auto gol, y el marcador electrónico se mufaba de la malograda suerte del jugador azul, dibujando un auto entrando al arco. Algo muy llamativo para mis tiernos 4 añitos.


Ya entrada la década de los 90 y con la preciada democracia gobernando el país, el paisaje de la Galería fué variando sustancialmente. Se comienzan a presentar los primeros conflictos con las "Barras Bravas" y el ambiente se torna medianamente hostil. Yo, alrededor de los 8 o 9 años seguía observando los distintos comportamientos de la Galería y me fuí transformando en un actor más. Al principio repetía lo que gritaba mi viejo: "Que cobray árbitro conchetumare".- y yo repetía: "sí, que cobray"!! (no me atrevía a decir garabatos, aún). Pero poco a poco fuí ganando confianza y me atrevía a gritar por mi cuenta. Gritaba puras weas, pero gritaba igual. Había veces que nos instalabamos lejos de la gente y solo nos hacían compañía los pacos de la reja. Ellos la pasaban la raja riéndose de las weas que yo gritaba, además me iba aprendiendo las canciones.


Una vez estábamos esperando a que saliera a la cancha el glorioso equipo de la U 94`, con Marcelo Salas, Pato Mardones, Superman Vargas, Raúl Aredes y tantos otros. Faltaban unos veinte minutos y la galería estaba tranquila. De pronto, a mis espaldas se siente una voz Grave, como la de un Barítono entonando: "Al León, yo lo llevo en el corazón". Antes de darme vuelta pa ver quien era, pensé que era la tele y que nos estaban agarrando pal webeo. Pero no, era un hincha más, un tipo que se puso de pie y comenzó a entonar tal Lucciano Pavarotti las canciones del León. El loco sacó aplausos. Fué bacán, ese día la U le ganó 5-2 a la Unión Española.


También hay situaciones pencas. Como cuando la U jugaba contra Deportes Antofagasta en el Estadio Santa Laura, por ahí por el año 97. No fué un buen año y ese día se notó. El equipo perdía 1-0 y las cosas no resultaban. La gente estaba enfurecida y yo también. Así que empezamos a gritar contra los jugadores, para que mojaran la camiseta. Unos tiraban tallas re buenas y nos cagabamos de la risa. Entonces vino un viejito que andaba con su hijo y gritó: "Victor-tugo Castañeda! ándate a los naranjales de San vicente de tagua-tagua mejor, soy entero de malo". A todas luces el grito más fome y sin sentido de la tarde. Entonces vino otro y le dijo: "Cállate mejor, viejo culeado fome", seguramente muy tostado por el resultado y por tener que aguantar tanta imbécilidad. Así que el viejo, para no quedar como weon frente a su hijo, lo fué a encarar al loco. Grave error, porque el loco no andaba solo, así que al pobre viejo le sacaron la cresta frente a su hijo, así que se fué machucado y humillado. Igual me dió miedo, pensé que le podía haber pasado a mi viejo. Menos mal que mi viejo no es tan aweonao pa esas cosas.


He visto muchas cosas impresionantes. He llegado a ver una guerra de botellas de plástico entre 70 mil personas, cuando jugó la Lazio de Salas con la U el año 99. Era un espectáculo impresionante ver ese estadio nacional con 70 mil weones peluseando como si fueran colegiales adolescentes. Sin duda un juego divertido, pero arriesgado a la vez. Varios salieron sangrando. Desde ese día, las novedosas botellas individuales de plástico que Coca-Cola ofrecía al público, fueron erradicadas del estadio. Debut y despedida.


Pero amigos, la historia del Capitán Luis Musrri supera a todas las historias de galería. Todo comenzó cuando con mi buen amigo Mauro Medinamo planeamos ir al estadio el año 2000 a ver a la U contra Santiago Morning. Si la U empataba o ganaba, éramos nuevamente campeones del torneo nacional. Nos hicimos de las entradas y fuimos juntos, cada uno con su respectivo padre. Yo acostumbraba a ir al estadio con René, mi viejo así que teníamos una comunicación fluida de Galería. Mauricio se dedicaba a gritar frases tan absurdamente propias de él que desde un principio no pasó desapercibido en la Galería: "Oiga señor Juez, eso es foul aquí y en Islas Fiji pues" (cuando alrededor se escuchaba: "arbitro culeado y las reconchadetumadre y la puta que te parió"). Su padre, el famoso Pompeyo Medina (el doble oficial en Chile de Lou Vega del Mambo Namber Five), sólo lo miraba y meneaba su cabeza mientras oía en su radio los comentarios de Igor Ochoa de la Sintonía Azul. A fin de cuentas, terminó el partido, la U empató y fué campeón nuevamente. La Galería era un verdadero carnaval, nos abrazábamos con desconocidos, pero camaradas a fin de cuentas. Y como todo campeón, la U comienza a dar la vuelta olímpica, con su eterno capitán al frente: el gran Luis Musrri. Cuando llegan frente a nosotros, la alegría se multiplicó y los cánticos fueron aún más fuertes. Éramos los campeones y fuimos testigos de ello. De pronto, atrás de mí, siento a un sujeto desaforadamente gritando. Su voz se escuchaba por sobre los gritos de muchos. Sobresalía. Me voy dándo vuelta para ver quien era y antes de verlo reconozco en mi mente el tono de su voz y lo asocio a la arenga absurda que sólo una persona en ese estadio podía ser capaz de gritar: Era Mauro Medinamo gritando "¡Capitán Luis Muuuuusrri! ¡Capitán Luis Muuuuusrri!" (Emulando la entonación de la canción del Capitán Futuro). Para que estamos con cosas, al ver esa boca amplia gritando y esa vena en la frente, y por sobre todas las cosas esa falta de verguenza a lo absurdo, yo me reketecontra cagué de la risa. Fijé mi vista hacia las gradas más abajo y los hinchas se volteaban a mirar quien cresta gritaba eso, y al ver quien era se cagaban de la risa igual que yo. Lo mismo los que estaban más arriba. Yo creo que hasta el propio Luchito Musrri lo escucho y se cagó de la risa también. Y Pompeyo "Lou Vega" Medina, lo miraba y meneaba su cabeza, sin pronunciar palabra. René se reía y mé gesticulaba como preguntandome: ¿Que le pasó a ese weon? Lo que es yo, me encargué de contar su historia a los amigos del barrio luego de unos tragos y hasta el día de hoy nos reímos de Medinamo, pero con respeto obviamente. Yo tengo la certeza que como yo recuerdo al cantante lírico del estadio, de seguro debe haber un weon que recuerda al Capitán Luis Musrri de esa noche. Gracias Medinamo por hacerme reír tan absurdamente, una vez más y por regalarme la experiencia más freak que viví en una Galería.
PD: Capitulo II dedicado a Mauro Medina y Lalo Meneses quien se ríe como el topo de "Toribio" cada vez que recordamos esta historia.

viernes, 14 de mayo de 2010

El Fútbol por la radio.


Mi historia se centra en mi línea de tiempo a comienzos de la década del 90. Nuestro país ta había recuperado la democracia, el Mundial de Italia 90` ya era parte del pasado y Chile se aprestaba a organizar la Copa América 1991. Mi atención por el fútbol había comenzado años atrás, viendo los partidos de la clasificatoria que disputaba Chile, jugando contra Venezuela en Mendoza y los partidos contra Brasil (Maracanazo incluído). Así, el fútbol entró a mi vida y desde ese entonces no ha salido jamás, acrecentandose cada vez más mi atención hacia este tan precioso deporte.


Al principio mi atención se veía satisfecha por los partidos que transmitían por televisión el inoxidable sapito Livingstone junto al eterno Pedro Carcuro, en el canal nacional; o la "motivadora" dupla de Tito Filloux con Nestor Isella, por Canal 13. Así fué como ví los partidos de Chile y algunos del Mundial de Italia 90`. Pero al finalizar el Campeonato Mundial, irrumpe en las comunicaciones chilenas un canal nuevo, privado, dispuesto a comerse a la competencia. Su nombre: Megavisión, de propiedad del "mal nacido" Ricardo Claro (que arda su alma en el infierno). Este canal vino a adjudicarse el Festival de Viña y los partidos del Torneo Nacional de Fútbol. Hechos lamentables al bajar considerablemente la calidad de ambos eventos. En cuanto a lo que nos interesa, el fútbol, Megavisión ofrecía una transmisión precaria al mando de Milton Millas (Miltonteras) y Hector Vega Omesime. Lo lamentable, es que sólo se transmitían los partidos de día viernes, poco atractivos al paladar futbolero de un hincha de equipo grande, como René, mi viejo (alias "el renegado") o como yo. Duelos como "Coquimbo Unido v/s Provincial Osorno "; "Arturo Fernandez Vial v/s Regional Atacama" o "Cobresal v/s Palestino" me servían bastante para dormirme temprano un viernes por la noche. De cuando en vez transmitían partidos de la Gloriosa U. de Chile, viernes aislados que servían de base para que rené invitara a los vecinos y disfrutaran de una cervecita viendo el fútbol. Yo me tomaba una Bilz.


Por lo tanto, comenzamos a tener una actividad de Domingos por la tarde junto a René que nos unía como hinchas del fútbol: lavar el auto escuchando "La Sintonía Azul", nuestro programa radial favorito. Sintonizabamos en frecuencia A.M. el dial 600 y escuchabamos los comentarios de Waldo Mora (una suerte de "Hernan Camacho" radial) y de los relatos de José "pepe" Hormazabal, quien inmortalizara el clásico "Goooool azul-azul-azul-azul-azul-azul", cada vez que el gran Gino Cofré inflaba las redes. La radio del Peugeot 404 a su maximo volumen, y nosotros resfregando sus latas escuchando los relatos. Luego de terminar de lavar el tocomocho, nos encerrabamos adentro, silentes a escuchar el segundo tiempo. "Gol!, Gol!...ooooh! se le fué weón!, eran algunas de las expresiones que rompían el silencio sepulcral que se adueñaba de esos minutos. Recuerdo una tarde de invierno, llovía de una manera infernal. Jugaba la U contra Provincial Osorno. Había un temporal que cubría gran parte del territorio nacional. Nosotros, luego del ver el sorteo del Kino por canal 13, condicido por José Alfredo "el Pollo" Fuentes, nos aprestamos a escuchar el partido por radio. El partido era durísimo, el equipo local dominaba las acciones, incluso se puso en ventaja. En el segundo tiempo, el León levantó su juego y llegó al empate con gol de penal de Mariano Puyol. En los minutos finales, René me dijo: "mira, cuando termine el partido vamos a ir a comprar parafina azul (wuajajaja). Si la U hace un gol, te compro un golpe (léase el chocolate, no una agresión física). Yo, un pequeño negrito le dije: "bueno, pero me lo compray ah". Estabamos en esa negociación, cuando un centro de Gabriel Galindo por la derecha es conectado de cabeza por Gino Cofré, colándose la pelota entre palo y arquero. "Goooool, azul-azul-azul-azul-azul" (siempre con el efecto de eco que le ponían para hacer mas espectacular los relatos del gol). Terminó el partido, dejó de llover, fuimos a comprar la parafina azul, yo me comí el chocolate camino a casa, y todos felices, ganó la U.


Así a mis aproximadamente 6 o 7 tiernos añitos ya me sabía la formación completa del equipo. Nombres como Walter Mella, Gabriel Galindo, Rogelio Delgado, Ariel Beltramo, Gino Cofré, y el gran Mariano Puyol son algunos de los que no se me olvidan, los que relataba el gran Jose "Pepe" Hormazabal y que escuchabamos por la "Sintonía Azul". Fué una época difícil, donde por lo general las jornadas terminaban con un sabor amargo de boca. Las derrotas con Palestino, Unión Española, y Deportes Concepción, condenaban a nuestro glorios equipo a jugar la Liguilla de promoción contra Soinca Bata, Deportes Puerto Montt y el odioso equipo de Everton de Viña del Mar. Corría el año 1991, mientras nuestro archirrival, ese equipo innombrable que lleva un Indio en su escudo se titulaba Campeón de América, logro que hasta ahora, casi 20 años después siguen festejando los muy mierdas. Pero uno que no es hincha de cartón, se mantenía firme y fiel, apegando la orejita de niñito negro a la radio escuchando como esos jugadores dejaban la vida por un equipo que de grande solo tenía el nombre y su historia. Gracias a ellos, empezamos a construír "a mano" la poderosa institución que somos (no sin complicaciones, como el bullado caso de "La cuidad Azul").


Hay personas que me preguntan: "oye y como lo haces? te imaginas lo que va sucediendo?". Por supuesto, la habilidad para relatar que tienen algunos hace que uno se envuelva en la cancha de fútbol imaginaria que va creando en la mente y al escuchar que el tipo va por la izquierda, que se le arrancó la tortuga, que el jugador pilla ratones a pata pelá, que no llega a ese pase ni en motoneta, que pongan un vals que se armaron las parejas en el área, que el jugador perfuma el balón con aroma de gol, que los jugadores parecían albañiles contruyendo paredes, y el mítico: "tuya-mía-para tí, para mí, tac-tac-tac-tac", relato clásico de Vladimiro MimiÇa; en fin, esa inagotable fuente de poesía que adornan los relatos de cada fin de semana y que se niega a morir, pese a que hoy en día podemos ver los partidos por CDF, Fox Spots o cualquier otro canal de Tv junto con una buena botella de vino en el bar de la esquina. Incluso contratar los canales o hacer pillería y verlos por internet, en la comodidad del hogar.


Pero cuando falla el satélite (cosa que increíblemente sigue sucediendo). O cuando voy de viaje a algún lugar, o las veces que me ha tocado estar ocupado en mis labores fuera de casa, siempre está la fiel transmisión de mis amigos de la radio. Me vuelvo nostálgico y recuerdo esos avisos de publicidad que los locutores radiales (como el genial Mario Pesce) han transmitido a través de estos años de fútbol. Frases como: "Cigarrillos Pacific, el cigarrillo laaaaaaaaaaaaargo del precio corto"; "Remolques Tremack. Entre un remolque y un remolque, hay un Tremack de diferencia"; "Shampoo anticaspa Vitapelina, el Shampoo"; "El jugador Esso Crack del partido" y taaantas otras más.


Este es mi más sentido homenaje a esos titanes de siempre, hombres de radio que han entregado su vida dentro de la caseta de transmisión. Nombres como: Hans Marwitz, Vladimiro MimiÇa, Claudio "el negro" Palma, Sebastián "tatán" Luchsinger, Milton Millas, Waldo Mora Longa, Jose "pepe" Hormazabal, Ernesto Díaz, Sebastián Saldaña. Y por último, como dejar de nombrar al más grande de todos, y la inolvidable opinión de don Julio Martínez, alias "JM" (sin beatle). Por todos estos años de pasión, información y locura futbolera, simplemente gracias!